domingo, 13 de noviembre de 2011

Sin luz.

  Me encontraba dormido. Cuando me despertaron unos gritos de desesperación. Me asomé sigilosamente por ventana. Aunque muy obscuro, podía ver con claridad. Observé como golpeaban a unos chavos. Miré fijamente, solo para intentar reconocer a alguien. Me di cuenta que uno de los que golpeaban, era un cuate, al que tenía más de dos años sin verlo, se llamaba Rodrigo. Los desdichados gritaban, “que hemos hecho”, yo solo me reía  y pensaba. “ojala los maten”. Al terminar la golpiza, llegó una patrulla, que en vez de llamar a una ambulancia, los metió a la patrulla y se los llevo.
     
           Es raro, pues parece que tengo doble personalidad. No dejo de pensar en lo que le hicieron a mi amigo. Mi familia intentaba ayudarme pero sus intentos son en vano. Aunque ellos sean la voz de razón, mi rencor me nubla, y no me permite distinguir entre lo que está bien y lo que está mal.
      
          Conocí a un soldado de nombre Juan. Le comente todo lo sucedido, el me invito a formar parte de un grupo llamado la élite, en donde se aprende a usar armas de fuego, se imparten cursos de artes marciales. “Por fin empezara mi casería de esos bastardos”. Yo le dije, que cuando nos podíamos ver,  he ir a conocer ese lugar tan sagrado, Juan, se empezó a reír y me dijo; cuando quieras es más si es necesario desde hoy. Me sorprendió en el tono que lo dijo, era como si lo  disfrutara. Ese mismo día me llevo con los dirigentes de la elite.  Me recibieron con calurosos saludos. Me hicieron sentirme bien. Expuse mi caso ante los dirigentes (los cuales harán soldados), ellos me escucharon y dijeron lo siguiente; no te preocupes, que hasta aquí llegaron todos tus males. Llegaste en el momento más indicado. De repente,  alguien me grito, “Alan”, me asuste, al voltear a ver, me di cuenta de que era Rodrigo; El cual una noche antes lo había visto golpeando a esos bastardos. Me abraso y dijo bienvenido hermano, te felicito por haber tomado esta decisión.

             Me comentaron que tenía que pasar las pruebas, demostrar que era un hermano. No importase lo que fuere, yo tenía que seguir ordenes, no cuestionarlas  y solo actuarlas. Me citaron para el día siguiente.  Me pidieron que llegara temprano.
 De vuelta a mi casa. Medite todo lo sucedido. Cuando escuche un sonido espantoso, como si un rayo hubiera caído. Corrí a ver y…

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